La Ruta madrileña, la capital de la noche española, vivió en los años 90 y principios de los 2000 una época dorada de la música electrónica. Fue un fenómeno cultural que marcó a toda una generación. Discotecas míticas, sesiones inolvidables y un ambiente único caracterizaron aquellos años.
Una época en la que se salía cualquier día de la semana, cada día tenía su encanto. Los fines de semana eran una explosión de euforia y energía donde nadie se quedaba en casa. Pero entre semana se encontraba un ambiente más selecto. Salas a reventar y cada una con su toque especial y un estilo diferente.
Tal vez ese fue la clave del éxito de las noches madrileñas de aquella etapa. La variedad, las ganas de ser diferentes al resto, el buscar que cada discoteca o sesión, tuviera una identidad propia por la que fuera conocida. Ello llevo a Madrid a tener una oferta de ocio mundialmente conocida.
Las protagonistas
Aunque muchas de estas salas ya no existen, su legado sigue vivo en el recuerdo de quienes las vivieron. Recordemos algunas de las discotecas más emblemáticas de la época:
Aqualung:
Ubicada en un complejo de ocio con parque acuático, esta sala fue pionera en ofrecer espectáculos audiovisuales de una calidad nunca antes vista en Madrid. Sus fiestas temáticas, como las «Aqualungadas», eran eventos multitudinarios donde se mezclaba la música electrónica con performances acuáticas. Se dice que en una de estas fiestas, un DJ internacional pinchó durante más de 12 horas seguidas, creando una atmósfera casi hipnótica.
Universal Island:
Hermana de Aqualung, esta discoteca se diferenciaba por su ubicación en una isla artificial dentro de un lago. La sensación de estar en un oasis musical en medio de la ciudad era única. Sus fiestas al aire libre, con fuegos artificiales y proyecciones en el agua, eran todo un espectáculo.
Space:
Una de las marcas que sobrevive es Space. Con una decoración futurista y una iluminación espectacular, Space era el lugar perfecto para perderse en la música. Sus sesiones de techno y house eran legendarias, y muchos jóvenes madrileños guardan en su memoria noches inolvidables en esta sala. Se cuenta que en una ocasión, un grupo de amigos organizó una fiesta sorpresa en Space para celebrar el cumpleaños de uno de ellos, y que la celebración se prolongó hasta el amanecer. Sin duda uno de los mayores referentes de la ruta madrileña.
Joy Eslava:
Aunque no era una discoteca exclusivamente de música electrónica, Joy Eslava fue un referente de la noche madrileña y acogió numerosas fiestas y eventos de este género. Su ubicación en el centro de Madrid y su ambiente cosmopolita la convirtieron en un lugar de encuentro para la gente más alternativa de la ciudad. Se dice que en una de estas fiestas, un famoso DJ internacional pinchó un set tan largo y enérgico que hizo que la gente bailara sin parar durante toda la noche.
Overdrive:
La energía pura del techno madrileño un referente indiscutible de la escena electrónica madrileña. Su ambiente industrial y su sonido potente la convirtieron en un lugar de culto para los amantes del techno más puro. Las sesiones en Overdrive eran una experiencia intensa y visceral. La música, atronadora y repetitiva, creaba una atmósfera hipnótica que invitaba a perderse en la danza. Con cada bombo de la música, la energía aumentaba, creando una conexión única entre los asistentes y los DJs. Overdrive fue mucho más que una discoteca; fue un símbolo de una época y un estilo de vida.
The Omen:
The Omen fue una de las discotecas más emblemáticas de la escena electrónica madrileña de los 90. Conocida por su ambiente oscuro y gótico, The Omen atraía a un público selecto de amantes del techno más experimental. Sus sesiones, largas e intensas, eran un viaje sonoro que se prolongaba hasta el amanecer. La decoración, con elementos industriales y una iluminación tenue, creaba una atmósfera única que invitaba a la introspección y a la conexión con la música. The Omen fue uno de los referente para toda una generación de jóvenes que buscaban experiencias musicales más allá de lo convencional.
Specka:
Era mucho más que una discoteca. Era un estado mental. Las noches allí eran una mezcla de euforia, experimentación y libertad. Un laberinto de luces y sombras. Las paredes estaban cubiertas de grafitis y carteles psicodélicos. La pista de baile, siempre abarrotada, era el corazón pulsante de la noche. La música, una mezcla de techno, house y acid, te envolvía y te transportaba a otra dimensión
Más que una moda
La Ruta madrileña fue mucho más que una moda pasajera. Fue un movimiento cultural que influyó en la música, la moda y las costumbres de toda una generación. Aunque el tiempo pasa y las cosas cambian, el recuerdo de aquellas noches sigue vivo en el corazón de quienes las vivieron.
Próximamente continuaremos con el Vol.2 con más discotecas de la época
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